Cúrate del virus de la preocupación

¿Cómo convives con el virus de la preocupación? No es necesario que enciendas las noticias para saber cuán atemorizantes y estresantes son estos días para todo el planeta. Todos lo vivimos en tiempo real. El coronavirus se está propagando rápidamente en cantidades cada vez mayores y se está multiplicando indiscriminadamente de una comunidad a otra.

Sin fronteras, sin discriminación. Muere gente de todas las edades. En el camino, el virus está cerrando ciudades, abrumando hospitales y autoridades de salud, todo mientras causa estragos en nuestra estabilidad económica global. Y lo peor de todo, nadie sabe cuándo terminará esta pandemia o cómo serán nuestras vidas cuando termine. No hay un calendario y no se vislumbra un final cercano. Solo existe la incertidumbre que conduce al miedo y la preocupación.

virus de la preocupación
Deja de lado el virus de la preocupación.

Desafortunadamente, todas estas preocupaciones empeoran más las cosas de lo que podrían haber sido. Pero también hay esperanza. El virus es un maestro. De hecho, si podemos superar nuestros miedos y preocupaciones, podemos convertir este momento desafiante de la historia en algo que podría iluminar al mundo y cambiarlo para siempre.

Pero tenemos que curarnos a nosotros mismos, no solo del coronavirus, sino también del virus de la preocupación.

Sí, el virus de la preocupación es tan mortal como una pandemia (tal vez más). Las preocupaciones y los miedos nos roban una vida significativa. Nos mantiene alejados del momento presente, y no solo del gozo y la felicidad, sino también de la paz y de toda la verdad y sabiduría que necesitamos para superar estos tiempos difíciles.

El miedo es un estado congelado que nos mantiene atrapados en el pasado: deseamos como eran las cosas. El miedo también nos mantiene atrapados en el futuro: esperamos o tememos cómo podrían terminar las cosas. Necesitamos curarnos de las preocupaciones para que podamos enfrentar con valentía y creatividad los desafíos por los que atraviesa el mundo hoy. También necesitamos curarnos del miedo para poder enfrentar las verdades que surgen de una vida espiritual.

¿Cómo lo haremos para evitar el virus de la preocupación?

Bueno, ciertamente no podemos negar la realidad física de esta pandemia. Debemos afrontar lo que nos depara el futuro con los ojos abiertos. Debemos permanecer atentos y sabios y luego, individual y colectivamente, hacer nuestra parte para acabar con este virus.

Necesitamos permanecer en el lugar, practicar el distanciamiento social, lavarnos las manos, fortalecer nuestro sistema inmunológico y tomar las precauciones necesarias para evitar que se propague. Ésta debe ser nuestra misión inquebrantable.

Pero hay mucho más que podemos hacer. Podemos asumir la responsabilidad de nuestra conciencia y comenzar a curar el virus de la preocupación que vive dentro de nosotros.

Reconoce tu verdadera divinidad y abraza tu espiritualidad.
Reconoce tu verdadera divinidad y abraza tu espiritualidad.

Podemos empezar practicando hoponopono y recordando que somos seres espirituales que estamos aquí en la tierra para crecer y desarrollar nuestra conciencia. Esa es la clave.

La forma de curarnos del virus de la preocupación es reconocer nuestra verdadera divinidad y abrazar nuestra espiritualidad, que es y siempre ha sido el canal que nos conduce de la oscuridad hacia la luz.

Otra forma de curarnos del virus de la preocupación es practicar la gratitud (especialmente durante los momentos difíciles). El virus nos ha traído muchas bendiciones, algunas de las cuales apenas estamos comenzando a ver y apreciar. En Venecia, los peces nadan en aguas cristalinas. Están apareciendo más ballenas y delfines en varios océanos. Los cerdos juegan en las calles de Italia. Ciervos en el paseo marítimo de Israel.

El universo se está desacelerando. La gente se está desacelerando. Somos más amigables. Y hay mucho más amor y compasión en el mundo de hoy. Todos echamos una nueva mirada al mundo que nos rodea. Lo más importante es que comenzamos a reevaluar lo que es importante en la vida.

Y lo importante en la vida es que no somos nuestros cuerpos ni los virus que pueden o no correr por nuestros cuerpos. Somos parte de una divinidad más profunda. Lo que se nos ha dado hoy es una llamada de atención para que nos detengamos, vivamos el momento, y nos demos cuenta de quiénes somos.

Hay personas en el mundo de hoy que dirán que estamos en medio de una guerra en este momento. Por supuesto que es una guerra muy diferente a la que estamos acostumbrados. No hay tanques ni balas, ni aviones ni ejércitos. Esta es una guerra biológica. Pero también es una guerra por nuestras mentes. Nuestra alma.

Este es un momento de nuestras vidas (una oportunidad real) en el que debemos asumir la responsabilidad de nuestras creaciones y darnos cuenta de lo poderosos que somos. Este es nuestro momento para mostrarle a Dios que creemos y confiamos. Y sabemos que tan pronto como dejemos de lidiar con el miedo, podremos comenzar a revertir el virus de la preocupación por amor y concientización.

Debemos hacer nuestra parte primero. Todos necesitamos cuidar el cuerpo, la mente y el espíritu. Necesitamos permitirnos relajarnos, respirar y confiar, para dejar de lado nuestras preocupaciones de una vez por todas. Necesitamos borrar estos recuerdos recurrentes, y convertirlos en devoción y amor.

Y cuando hagamos eso, podremos sentarnos y permitir que Dios haga lo suyo.

Dile al virus virus de la preocupación y tus miedos «te amo». Recuerda que lo que resistimos persiste.

¡Y no creas todo lo que oyes! El mundo nunca volverá a ser el mismo y serás testigo de todos los cambios asombrosos y positivos que se avecinan. Cosas que nunca creíste posibles, finalmente sucederán.

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